19 de agosto de 2011

Con vos tengo ganas de llegar a casa, prender la computadora y esperar a que te conectes, mirando tus fotos que ya conozco de memoria, tirada en la cama con las zapatillas puestas, de ver cómo el símbolo de "Disponible" aparece junto a tu nombre y preguntarme si la última vez que hablamos, me hablaste vos primero o yo para saber qué hacer.
Con vos tengo ganas de tener una primera cita y no hablar casi nada, o peor, hablar un montón.  De atender a mi mejor amiga y no fingir que es una emergencia para escapar por la incomodidad. De ponerme nerviosa y no saber cómo saludarte.
Con vos tengo ganas de ir a las reuniones de mis ex compañeros de primaria para que dejen de preguntarme cuándo voy a dejar de ser tan jodida a la hora de ponerme de novia, de ir a todas las fiestas sabiendo que en ningún momento de la noche voy a bajonearme pensando que estoy sola para terminar yéndome con la primera persona que me sonría.
 Hasta tengo ganas de tener una crisis interna entre mantener mi personaje que se la pasa tomando distancia o asumir el riesgo de pedirte que no te vayas, que quiero que siga todo intacto, que las cosas así como están es lo más cercano a la felicidad según lo que escuché hablar por ahí.
Con vos tengo ganas de ser una pelotuda y pedirte si me dejás tener una noche de soltera para darme cuenta de que nunca quise ni quiero volver a tener una noche de soltera aunque ya sea demasiado tarde.

Con vos tengo ganas de ser madura y no llamarte totalmente borracha a las cuatro de la mañana mientras estás con otra para pedirte perdón. De no eliminarte y volverte a agregar de todas las redes sociales. De preguntarme qué hice mal. De no iniciar rumores sobre tu estado psicológico.
Con vos tengo ganas de no tener que hacerme la que no te vi cada vez que te cruzo...